• en
  • es
10/05/2020

REFLEXIONES SOBRE LA VIVIENDA EN TIEMPOS DE COVID-19. PARTE 1. SOBRE LAS CARENCIAS DE NUESTRAS VIVIENDAS.

Nos disponemos a responder a las preguntas formuladas en la parte inicial.

Para ello partimos de la metodología de la observación, a la que añadiremos siempre una parte propositiva.

¿Cuáles son las principales características/carencias de las viviendas de nuestro entorno?

Nuestra extrovertida cultura mediterránea, nuestro buen tiempo, la incorporación de la mujer al mundo laboral, la sociedad del bienestar… muchas son las causas por las que hemos venido considerando el exterior como un lugar seguro en el que nos apetece estar. La vivienda quedaba relegada poco menos que al lugar para dormir en donde ocasionalmente y si el tiempo no acompañase, organizar alguna cena con amigos. Seguramente es por todo ello por lo que culturalmente cuidamos menos nuestros hogares. Está documentado que invertimos menos en ellos de lo que lo hacen nuestros vecinos del norte de Europa. Nos compramos el último modelo de móvil, pero no ponemos el último modelo de suelo que nos permite ir descalzos, o la última tecnología que nos permite ahorrar en electricidad… Tradicionalmente, no cuidamos nuestro hogar igual que cuidamos nuestro cuerpo o nuestro armario. Los cambios normativos y las ayudas institucionales marcan giros de tendencias al respecto y, definitivamente, aún nos queda un largo camino que recorrer en todo el parque de viviendas existente.

Ahora que hemos pasado de ser nosotros a ser yo; que nuestro lugar para dormir se ha convertido en oficina, colegio, almacén, gimnasio, estudio de grabación, bar, restaurante…; y que el consumo general dentro de las mismas ha aumentado hasta niveles desconocidos por la arquitectura hasta ahora, hemos descubierto que nuestras viviendas no estaban preparadas. Nuestra arquitectura no tenía esto previsto.

No estaba previsto que hubiera la necesidad de tener que aislarse de las personas con las que convives por culpa de un microbio invisible. Ni tampoco tener que convivir con bebes, niños de todas las edades, adolescentes, abuelos, personas con problemas de movilidad o incluso con la pareja 24 horas sobre 24, como un día de la marmota que se prolonga más de lo humanamente tolerable, poniendo a prueba nuestros límites día tras día.

Efectivamente, esta situación ha sacado las vergüenzas de nuestras viviendas y nos las ha restregado por delante.

-Una terraza. He disfrutado de mi terraza en estos días como nunca antes.

´Zonas de uso común. Que buenos ratos jugando todos juntos al party o trabajando cada uno con su ordenador o tablet entre conversaciones cruzadas.

-Zonas para poder aislarse. Momentos en los que no me soporto ni yo y me pierdo para recobrar la cordura y volver a ofrecer mi mejor cara a los que me rodean.

-La cocina, apoyada de una buena despensa. Lugar donde desintoxicarse de la infoxicación continua que nos viene ahogando.

-Conexión a internet. No puedo imaginarme estos días unos años atrás…

Sin duda el top lo encabeza la terraza, ese pequeño o gran espacio a caballo entre lo exterior y lo interior, que nos asoma al mundo con prudencia, manteniendo una distancia segura. Ese que un día, cuando la gente enfermaba de tuberculosis, se consideró que era bueno para la salud, y que con el tiempo, debido a eso que nos pasa a los humanos de que tendemos a olvidarnos de la historia, quedó relegado a almacén donde se ponía la bombona, la ropa mojada y el aparato del aire acondicionado. Trastero improvisado, que se trasladó al inframundo, por el que los arquitectos no hemos sabido luchar. Siendo la vivienda un activo económico y no de bienestar, construir una terraza dejo de ser rentable y tanto la vivienda privada como la pública renunciaron a ello.

Pero estamos a tiempo de cambiar de rumbo, son muchas las voces que lo piden. Y no parece complicado. Si la normativa nos exige tener baños en nuestras viviendas, al igual que ventanas, no estaría de más sumar unos cuantos metros de sol y aire a nuestros hogares. Sin que computen, sin que se puedan cerrar… donde volver a aprender si sopla el levante, el poniente, y si pliego o despliego ventanas y cortinas para hacer de nuestras travesías habitacionales la mejor experiencia posible.